Vosotros, ¿Quién decís que soy yo?

Fr. Jesús Molongua Bayi
Fr. Jesús Molongua Bayi
Malabo, Guinea Ecuatorial
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Se trata de revelar la identidad de Jesús; y para llegar a conocer su identidad se requiere la fe en su persona. Lo mismo pasa con la identidad de la Iglesia. La identidad de Jesús define a la de la iglesia y ésta sólo tiene su fundamento en Jesús.

La respuesta acertada implica necesariamente la respuesta sobre la identidad y el fundamento de la Iglesia. En el Evangelio, Mateo nos presenta como modelo de todo discípulo la figura de Pedro, pues su respuesta es de un plano completamente diferente a la de los demás hombres. Para ellos, Jesús es un profeta, un hombre más. Para Pedro, Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios vivo, que es "verdadero Dios y verdadero hombre”.

La respuesta de Pedro muestra que hay dos órdenes en el plano del conocimiento. El natural, que apela a la razón humana: Jesús es realmente un hombre; y el sobrenatural, también es verdadero Dios. Esa es la identidad de Jesús, el carácter mesiánico de su personalidad.

Con estas intuiciones, Mateo describe el carácter trascendente, divino, del hombre Jesús, presentando al mismo tiempo la identidad de Dios: Dios ha querido hacerse presente en la historia de los hombres y formar parte de ella.
La identidad de Jesús nos desvela el verdadero sentido de la historia y el itinerario de la Salvación ofrecida por Dios. Para Mateo, Jesús acompaña a su Iglesia en la historia. No hay distinción entre el tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia, pues ella es la presencia viva de Jesús en el hoy de la comunidad. Es la memoria que transmite el pasado fundacional y las enseñanzas que Jesús legó a sus discípulos.

La pregunta inicial no sólo busca comprobar la fe de ellos, sino convertirla en una realidad espiritual aún más misteriosa: el fundamento de su Iglesia. Jesús quiere manifestar a sus discípulos que la adhesión a su persona y su Iglesia es una. A veces se oye decir “yo creo en Jesús y su mensaje, pero no en la Iglesia”. Pero el misterio de la Iglesia no es otro que el misterio de Cristo desplegado en la historia.

Ahora bien, sólo Dios es la Roca, la base sólida sobre la que todos debemos construir, ya que de lo contrario todo se desmorona. La roca es una figura del Mesías. De él brota el agua viva; en su nombre, Pedro y toda la iglesia, la comunidad de los creyentes, desempeñan el ministerio de la Salvación.

Pedro y Pablo, ambos figuras paradigmáticas de los creyentes en Cristo, constituyen los pilares sobre los cuales el mensaje de Jesús ha llegado a todos los pueblos. Uno desde su condición de pastor y guía del rebaño de Dios; y el otro desde el fervor de la predicación carismática. Quizá hoy la tentación es pensar que la Iglesia es la Salvación, por el poder que Jesús le ha otorgado a Pedro y a los discípulos. La Iglesia no es la Salvación, pero en ella se proclama proféticamente. La Iglesia es la memoria de Jesús. La posesión de una memoria común es uno de los elementos más importantes para formar la identidad de un grupo. Y la peculiaridad de la Iglesia es que la felicidad de Dios y la del hombre van juntas, pues la gloria de Dios es el hombre vivo.

En fin, con la pregunta sobre la identidad de Jesús, Mateo pretende reforzar la identidad de los cristianos haciendo referencia al Profeta de los Tiempos Nuevos e Intérprete de Dios, que son una comunidad en permanente búsqueda de su identidad. Deben ser como su Maestro, Jesús, siendo conscientes de que la comunidad se construye sobre Pedro y a él le corresponde la potestad de atar y desatar dada por el Maestro. Es decir la Iglesia conecta con las enseñanzas de Jesús a través de Pedro. ¿Cómo nos identificamos hoy, en nuestras distintas sociedades, con Jesús?