Construyendo el Reino

Construyendo el Reino

Fr. Cecilio Arturo Molina Ramos
Fr. Cecilio Arturo Molina Ramos
Casa de Santa Rosa de Lima, Santiago de los Caballeros, República Dominicana

Una de las grandes misiones que tenemos como cristianos es la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra. Dios nos ha dado la libertad de elegir, somos seres en libertad y desde ella debemos trabajar para que nuestro mundo sea diferente. Las distintas respuestas de los seres humanos determinan la etapa de crecimiento espiritual personal. Estas etapas de crecimiento, a su vez, determinan los tres programas de servicio que debe ofrecer la comunidad de creyentes para apoyar a sus miembros. Y estos programas de servicio, a su vez, determinan la estructura organizativa apropiada que debe tener la comunidad de creyentes para ofrecer un excelente servicio a sus miembros.

Es verdad que en nuestro caminar como personas encontramos de todo un poco: hay momentos de tristeza y angustia por todo lo que vemos, momentos en que uno quiere tirar la toalla y renunciar porque creemos que todo está perdido. Si nos fijamos en nuestra historia, tanto desde una mirada creyente como desde una mirada como sociedad, el ser humano ha dado muestra de perseverancia, de enfrentar cualquier adversidad encontrada en su caminar como pueblo. Ha sabido salir desde abajo y ponerse al frente, ha construido ciudades devastadas tanto por la naturaleza como por sus propias manos. Pero un gran detalle en todo esto es que Dios camina con su pueblo. Por tal motivo, quizás no será fácil la construcción del Reino —toda construcción tiene sus esfuerzos—, pero no será imposible. La construcción del Reino no es una tarea de algunos o algunas: todos debemos de involucrarnos y aportar desde nuestra experiencia; cada uno de nosotros somos importantes.

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Para poder trabajar en esta construcción, debemos estar en paz con nosotros mismos y con los demás. Para que haya una buena armonía en la edificación del Reino tenemos que aceptar al hermano, con sus virtudes y deficiencias, ya que todos somos seres limitados y necesitamos de Dios, al igual que de nuestros hermanos. Para una buena construcción, debemos estar preparados: la oración y la contemplación deben ser elementos claves para esta edificación.

Estamos llamados a la edificación del Reino, desde nuestros hogares, escuelas, universidades; desde nuestros trabajos, desde el barrio, desde la Iglesia, desde nuestra comunidad como frailes, etc. Algunas herramientas que podemos utilizar son la oración, la escucha, contemplación, la misericordia, el amor, la paz, la alegría, la esperanza y la fraternidad. Una vez que entendamos cuál es la voluntad de Dios, y decidamos comprometernos con él para servirlo conforme a su voluntad, entonces el propósito de nuestra vida será el de servir a Dios participando en la edificación espiritual de una comunidad de creyentes, en donde sus miembros estén creciendo en santidad a nivel personal y en justicia a nivel comunitario. De esa manera podemos ser constructores del Reino de Dios aquí en la tierra.