Rostros Virtuales

Rostros Virtuales

Fr. Hernán Benítez
Fr. Hernán Benítez
Asunción, Paraguay

Toques de queda, aislamiento, distancia, etc. Son las notificaciones que nos llegan todos los días. El hashtag #QuedateEnCasa siempre en tendencia, quizás sea una experiencia similar de los israelitas en Egipto. Encerrados en las casas, con la familia, el marco de la puerta untada con la sangre del cordero, comiendo la carne asada al fuego; con panes sin levadura y verduras amargas. Yahvé tuvo pasar esa noche, a recorrer el país y dar muerte a todos los primogénitos de ese país, pero pasaba de largo las casas que tenían la señal de la sangre, la plaga no los alcanzaba.

En nuestro caso, estamos encerrados en casa, el marco de la puerta sin sangre pero los portones y las puertas con llave, es nuestra señal para que el virus que recorre nuestras calles pase de largo y no llegue a infectarnos. Comeremos, no en una gran mesa y con amargas ausencias.

La experiencia de los israelitas era el preludio de una fiesta, la institución de la Pascua. En cuanto a nuestra experiencia ¿Podría ser el preludio de algo nuevo? Mientras buscamos alguna respuesta, les comparto este este verso: “Perdimos el centro. Antes de volver afuera hay que regresar adentro. Y que todo sea distinto y la verdad nunca se rinda. Hasta las cosas lindas deberían ser más lindas. Y si este es el final le encontráremos la belleza. Quizás en realidad ahora es cuando todo empieza ¿Quién sabe?” (Música: Antes que el mundo se acabe – Residente)

Nuestra realidad actual tiene sus consecuencias, buenas y otras no tan buenas. Una de ellas es el contacto virtual con las personas. Pasamos horas delante de la pantalla, los rostros se volvieron virtuales. Así las videollamadas, las clases o reuniones por zoom o meet, y el teletrabajo, son los protagonistas de esta serie con temporadas ilimitadas aparentemente.

digitalface

Las relaciones se volvieron abstractas y limitadas por la falta de conexión. A pesar de todo, sigamos mirando el rostro concreto de quienes se quedan con nosotros en casa, mirar a los ojos, sentir al otro en concreto.

Esto me recuerda un pasaje bíblico. Esa vez que Moisés pidió ver el rostro de Dios, pero solo pudo ver la espalda de Dios. Sin embargo, como creyentes podemos ver más que las espaldas, vemos el rostro de Dios que se proyecta en los rostros virtuales, pero siendo conscientes que esa proyección virtual tiene cuerpo, sentimientos, historias y tantas cosas más. “Creó, pues Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó” (Gn 1, 27)

Que en la nube de nuestra memoria no esté bloqueada a los otros rostros que no aparecen en nuestras pantallas, ni en las historias de instagram. Sigamos mirando un poco más hacia los horizontes, allá afuera, tal vez veamos, imágenes de carne y hueso, sin conexión ni medios.

Hay algo claro, tratemos de mantener la distancia y evitar el contacto lo menos posible, es el más grande acto de amor que podemos hacer hoy. Pero no podemos ser indiferentes y quedarnos en simples reacciones a publicaciones mientras otros rostros están empapados de lágrimas y necesidades de techo, comida, seguridad, y salud. #ViralicemosLaSolidaridad