Un sueño que se hizo realidad

Un sueño que se hizo realidad

 

Todo comenzó en una aldea francesa llamada Prouille, cuando la Iglesia necesitaba nuevas formas de evangelización para enfrentarse a sus problemas. Domingo y otros se hicieron cargo de ésos problemas. Su labor era la de reconciliar a los herejes con la Iglesia; liberándoles del error y de la ignorancia. Se confirmó oficialmente la fundación de la Orden de Predicadores, el 22 de diciembre de 1216 por el Papa Honorio III que escribió a Domingo y a los frailes.

Domingo era un apasionado de la «santa predicación» y de ésa su misión apostólica, se gestó la Orden de Frailes Predicadores; dedicada totalmente a la salvación de las almas y a propagar el nombre de Cristo. Él deseó que sus frailes predicasen con autoridad y decidió que asistiesen a la formación, rezasen y predicasen.

El 15 de agosto de 1217 Santo Domingo comunicó a sus frailes que en lo sucesivo no estarían juntos; resulta que iba a enviarles a predicar, conforme a sus cualidades y las exigencias de la misión. Envió siete frailes a París para estudiar seriamente en las universidades, predicar y fundar conventos. Envió cuatro frailes a España y dos a Prouille. En Toulouse quedaron Él y otros dos. La Orden se consolidaba pero su constitución era aún muy rudimentaria. A dicho efecto, convocó en vida a sus frailes, en dos ocasiones, para escucharles, intercambiar experiencias y tomar decisiones para bien de todos en un clima fraternal y libre. En la Orden, las decisiones se toman en comunidad. Desde entonces, cada fraile aporta en la Orden lo mejor que tiene para impulsar este servicio a la Iglesia. Todos se implican en la tarea de evangelizar; de hecho, si en algún momento surgen dificultosos problemas se procura una solución que no rompa la unidad. Ya, desde antes, el respeto y la confianza se depositaran totalmente en los candidatos para que no actúen con miedo sino que vivan la vida religiosa con un amor responsable.

Las monjas contemplativas son parte esencial en la fundación de la Orden, están en el centro de su misión, también, la rama seglar de la Orden. Todos juntos encarnamos la misión de Jesús según el ideal concebido por nuestro fundador Santo Domingo de Guzmán. A ellas les motiva el amor y la búsqueda de la verdad. Anuncian a Cristo orando por los predicadores del Evangelio.

Llegado el momento, en Bolonia, moría Santo Domingo el día 6 de agosto del año 1221 rodeado de sus frailes. Fue enterrado como deseaba: bajo los pies de sus hermanos en la Iglesia de San Nicolás de Bolonia. La fecha de su canonización es el 3 de julio de 1234. El día de la celebración de la solemnidad del fundador de la Orden de Frailes Predicadores es el 8 de agosto.

Sea la época que sea, la idea genial de Santo Domingo brilla con luz propia. Los dominicos y dominicas permanecen al corriente de las nuevas necesidades de las personas y de la Iglesia. Buscan cómo ir más allá sin dejarse encerrar ni en lo abstracto ni en los límites que, a veces, parecería que impone la razón. Experimentan la verdad de las cosas, es decir, penetran positivamente los problemas profundos y dolorosos de hoy con la mayor apertura y la mejor comprensión. Saben correr riesgos en sus trabajos como les enseñó Santo Domingo de Guzmán.

Lector amigo, en libertad puedes crecer y formar parte de ese proyecto de Santo Domingo de Guzmán. Cabes, sin duda, en la misión evangelizadora de la Orden de los frailes predicadores. Si eres una persona de fe, los frailes dominicos son, ante todo, una comunidad de fe; donde adquiere singular relieve la vida de oración, la liturgia, la Palabra de Dios, el estudio, y sobre todo la vida comunitaria. Tú con tu calidad de hombre puedes venir y colaborar con tus ideas con tus valores personales y así recibirás de los demás. Ven y pon tus valores al servicio de los demás, sobre todo, confía en la bondad de tu corazón.