5ª Estación: Jesús es ayudado por el Cireneo

3ª semana de Cuaresma, Quinta estación del Vía Crucis: Jesús ayudado por el Cireneo

Cuando le llevaban a crucificar, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo y le obligaron a ayudarle a llevar la cruz (Lc 23, 26). Simón de Cirene tomó la cruz y le ayudó a llevarla, le ayudó a llevar su cruz. Siempre que ayudamos a alguien que necesita, lo hagamos de buen grado o no es un signo de amor a Jesús.

Hay muchos seguidores de Cristo que por amor a él dedican su vida al servicio de los que más necesidades tienen; así pueden llevar a cabo su labor humanitaria. Nos convertimos en Cireneos, cuando echamos una mano y colaboramos para llevar a cabo proyectos que ayuden a tantos y tantos rostros humanos que no son extraños, sino el mismo Cristo pobre que se nos hace presente en tantos momentos de nuestra cotidianidad.
Así nos lo presenta Mt.25, 31-40 «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”. Y el Rey les responderá: Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo».

Cada vez que damos oportunidad a un ser humano, es a Jesús mismo al que le damos esa oportunidad. A Jesús le alivia el peso de los sufrientes, por eso la Iglesia debe ser cirenea, debe ser testimonio de Jesús en el mundo que carga con las historias de las personas, sobre todo de las que son más vulnerables. Esta Iglesia que es empujada por el Espíritu, pone con alegría su esfuerzo al servicio de su Señor. Pero no es sólo tarea de la Iglesia como institución sino de toda la Iglesia familiar, cada uno de nosotros somos Iglesia y cuando nos congregamos, formamos la Iglesia y Cristo es nuestro Pastor. La tarea es de todos. Solo de esta manera, demostraremos ser Iglesia y cristianos comprometidos. De nada nos sirve confesar a Jesús y llamarnos cristianos si no practicamos lo que la fe en Aquel que nos fortalece exige. La evidencia decisiva de una fe genuina no se refleja en lo que hablas, sino en lo que haces... Fíjate bien, se refleja en lo que haces, en tus obras...
Dice la carta de Santiago 2, 12-20 « ¿De que sirve, hermanos míos, que alguien diga, “Tengo fe”, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de que sirve? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en si misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostrare mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?»
Si nuestra fe es autentica, entonces fácilmente seremos sensibles a las necesidades de quienes sufren. Buscaremos acciones concretas para hacer algo en su favor. Y tú, ¿cómo reaccionas ante las necesidades de las personas que te rodean e incluso aquellas que no conoces, y que se te presenta la oportunidad de ayudarlas? ¿Eres indiferente? ¿No te interesan? ¿Egoísta? ¿Piensas primero en tu conveniencia? ¿Te molesta invertir tiempo y recursos en su favor? La conclusión es tuya.