"Educar en la igualdad" Domingo IV de adviento, ciclo B

Fray Antonio Roy Laguens
Fray Antonio Roy Laguens
Convento de San Vicente Ferrer, Valencia
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Dos lecturas llaman mi atención poderosamente este cuarto domingo de adviento. La primera lectura y el evangelio. En ambas aparecen dos protagonistas: el Rey David en la primera y María de Nazaret en el evangelio. No hace falta investigar mucho para detectar rápidamente la diferencia de actitud en ambos protagonistas. Sin embargo, me gustaría dar una vuelta de tornillo y tratar de sacar algo más para nuestro mundo actual.

  El rey David y María de Nazaret. Sí, pero antes que eso, nuestros protagonistas son un hombre y una mujer. Un hombre, que es rey, que es victorioso, con un gran palacio, servidores y servidoras; un hombre seguro de sí mismo, desafiante, luchador y ganador. Un hombre, educado como hombre y para ser hombre. Un hombre que mira a Dios de igual a igual y se dice," voy a hacerle a Dios un regalo, voy a tenerlo contento, voy a ponerle una casa y así, como ocurre con los demás, me estará agradecido y estará de mi parte".

  Una mujer, una sencilla mujer, en un pueblo sencillo, prometida a un hombre desconocido. Una mujer en su casa, en sus labores, propias de las mujeres de aquella época, que apenas contaban para poco más que proveer la casa, hacer la comida, dar de comer a los animales y permanecer en silencio, siempre en silencio. Atentas a las necesidades de los hombres.

  A ese hombre, Dios le dice: "¿Pero tú, de qué vas? Pero si tú ni eras ni eres nadie. ¿Tú me vas a comprar con una casa? Pero si yo te saqué de andar tras la oveja". Y a esa mujer, Dios le dice: "Alégrate, llena de gracia, yo estoy contigo y con todas las mujeres. No temas". Dos personajes que simbolizan dos formas de vivir que se reproducen durante toda la historia de la humanidad y que, desgraciadamente, llegan a nuestros días. La historia de los hombres y la historia de las mujeres. Y Dios, sí, que se pone de parte de las mujeres.

  Y damos un salto de miles de años, y abrimos el periódico, o los telediarios, o las noticias en internet y no hemos cambiado. Dios se puso de parte de una mujer y de todas las mujeres, nosotros no. Seguimos asistiendo impertérritos a la suma de mujeres muertas, día tras día, semana tras semana, año tras año. Y esas son las que sabemos, las que conocemos, las que por desgracia saltan a las noticias, cuando ya no hay nada que hacer. ¿Y las que permanecen en silencio en sus casas? ¿Y los gritos ahogados que ocultamos subiendo el volumen de la televisión? ¿Y si esa mujer que llora, mi vecina, fuera María de Nazaret?

  David le dice a Natán, que era profeta, sí, pero también era hombre, que le va a hacer una casa a Dios, y Natán le contesta, "claro, haz lo que quieras, Dios está de tu parte". Y Dios rectifica a "su hombre profeta". Quizás también nos rectifica a nosotros, dentro de la Iglesia, cuando callamos, cuando justificamos, cuando aceptamos que las mujeres cumplan un papel secundario, tutelado por los hombres.

  Nosotros, dominicos, tenemos una bella devoción a Santa María Magdalena. Nada más resucitar, se le apareció y ella fue la que anunció, la primera, a los apóstoles al Resucitado. Ella es, para nosotros dominicos "Apóstola de los Apóstoles" y con ella, todas las mujeres de nuestra familia dominicana. También ellas son predicadoras de la gracia.

  Queridos hermanos, Dios tomó carne humana y desde ese momento, como dice San Pablo, "ya no hay hombre o mujer, porque todos sois uno en Cristo." Como humanos con la misma carne de Cristo, como cristianos, con la misma sangre de Cristo, no podemos celebrar esta próxima Navidad sin un compromiso claro y decidido por la dignidad de la mujer, de todas las mujeres.
Un compromiso que para nosotros dominicos que estamos en la enseñanza, pasa necesariamente por la educación en la igualdad entre hombres y mujeres, haciendo de nuestros colegios lugares de humanización al estilo del Dios encarnado.

  "Y entonces la madre del Rey interrumpió a su Hijo y dijo, pasad vosotros también al reino de mi Hijo, porque estaba encerrada en casa, humillada, golpeada y os pusisteis de mi parte dándome refugio, calor, ayuda para mis hijos y seguridad. Pero Señora, ¿cuando hicimos eso con usted? y respondió la Madre del Rey: cuando lo hicisteis con una mujer, conmigo lo hicisteis."  (Pequeño añadido a Mateo, 25)