Ser dominico me ha dado todo lo que soy

Fr. Carmelo Preciado Medrano
Fr. Carmelo Preciado Medrano
Convento de San Pablo y San Gregorio, Valladolid

¿Cómo fue tu vocación?

Hay una cierta manía de preguntar a los niños qué van a ser de mayores y que suelen responder con lo que les gusta en ese momento. Pienso que también me preguntarían a mí más de una vez… y una vez debí decir que “cura”. La razón la desconozco… pero se me quedó ahí… en el corazón…

Después fue un largo proceso de búsqueda adolescente, de preguntarme y preguntarnos los amigos por el futuro de nuestras vidas. Yo no acertaba a definir mi futuro, y con frecuencia surgía aquella respuesta grabada en el corazón de mi infancia. Hay quien dice que “las cosas que se graban en el corazón de un niño, quedan grabadas para siempre”.

Tras los estudios para la entrada en la universidad vino la decisión, y las personas que me ayudaron, indirectamente, me orientaron a los dominicos (en mi ciudad de Burgos, entonces no había dominicos, si en la provincia). Pero a los dominicos y a Santo Domingo… no los conocía de nada, pero “los caminos del Señor…” Yo buscaba seguir a Jesús y compartir mi vida con los demás. Cuando por fin me decidí, me sentí apoyado por mi familia y mis amigos.

Y fue conocer a los dominicos y amar esa elección… y seguir hasta hoy, sin volver la vista atrás y sin arrepentirme en mi elección; resultó el “ven y verás” (Jn 1,39). Por supuesto que ha habido, eran tiempos del postconcilio, momentos de inquietud y de dificultad, de sacrificios y de esfuerzos, de cierta duda y de temor, de búsqueda y de oración, de compartir anécdotas e historias, de penas y de alegrías…, pero como lo hay en toda vocación y elección de la vida.

¿En qué ha cambiado a lo largo del tiempo?

La vocación creo que no ha cambiado. Sí se ha ido definiendo y modulando… y hoy la puedo explicar con muchas más razones y detalles, pero en lo fundamental, sigue siendo la misma. Es Dios quien llama y espera tu respuesta. En definitiva es lo del evangelio: “muchos son los llamados y pocos los elegidos…” (Mt 22,14), pero creo que hay muchos que se hacen los sordos.

¿Cómo vives la llamada de Dios en tu trabajo/ocupación/ministerio actual?

Nunca pensé tener esta misión de ser maestro de novicios. Mientras vas “creciendo en tu vocación”, sobre todo en la etapa de formación, crees que tu futuro está ya pensado y que vas a hacer o dedicarte a tal o cual trabajo, apostolado… para vivir como dominico, pero manifiesto que no he realizado apenas nada “de eso pensado para mi futuro”.

La vida en la Orden, con su rico carisma y su familia dominicana de frailes, monjas religiosas y laicos, me ha llevado por otros caminos…, que nunca había soñado y, puedo decir, que estoy feliz y agradecido por todo. Guardo un grato y fraterno recuerdo de todas las comunidades con las que he compartido mi vida y en las que me he ido haciendo y sentido acogido fraternalmente… es la fraternidad dominicana. La Orden me ha ofrecido mucho más de lo que pensaba, en definitiva todo lo que soy.

Hoy intento vivir esa llamada con los novicios con los que he compartido estos años. Son un regalo de Dios, vienen buscando su camino en nuestra Orden, para servir a la Iglesia. De ellos he aprendido y a todos he intentado ayudar a encontrar su espacio dominicano por la oración, el estudio, la comunidad para predicar el Evangelio de Jesús.

 ¿Qué podrías decirle a alguien que se plantea su vocación?

Que se atreva a dar el primer paso, compartirla con alguien que le pueda ayudar, “lo demás vendrá por añadidura” (Mt 6,33), y que se fíe de Dios. Y, siempre, que cuide esa vocación y confíe en las personas que van apareciendo en su camino, porque seguro que le van a ayudar. Mientras, orar y esperar, como María y como tantos personajes bíblicos: “preguntar y preguntándose”, “como será…, aquí estoy…”. Siempre le van a presentar un ideal, pero ha de pensar que “los ideales son como las estrellas, nunca se alcanzan, pero iluminan el camino” (Demócrito). Siempre, de Santo Domingo, le van a presentar lo que dejó en herencia a sus hijos: “abrazad la caridad, observad la humildad y poseed la pobreza voluntaria”.

¿Qué pregunta te harías a ti mismo?

Hay varias muy comunes que con frecuencia te hacen: ¿eres feliz…, te sientes realizado…, volverías a ser lo mismo si…? Creo poder decir que como dominico me siento realizado, logrado, contento… en mi vida y en mi elección, y que no cambiaría la que un día realicé; claro que sí cambiaría algunas cosas o actitudes… tomadas equivocadamente en algún momento, errar es humano y ayuda a aprender.

Y otras preguntas que debes hacerte tú: ¿has sido fiel a la llamada de Jesús, a tu ser de religioso dominico, a tu sacerdocio…? Lo difícil y comprometido es dar una respuesta plena, siempre encuentras algún pero…

Ser dominico me ha dado momentos de gran felicidad y alegría que he compartido con frailes…, con mi familia y con muchas personas; los momentos que me ha tocado vivir, me he sentido acompañado, ayudado, respetado y animado en lo bueno y en lo difícil… y me ha abierto caminos de Dios y de su Evangelio. Ojalá sepa “dar a los demás, lo vivido y recibido en mi vida dominicana”.