

El secreto de ser dominico está en dejarse escoger, después aprender a estar con Él, primero a solas y luego en comunidad, y de esta manera dejarse transformar...
Pentecostés es la manifestación del soplo del Jesús resucitado que nos transmite su amor hasta el extremo a cada uno de nosotros.
La salvación que Jesús ha ganado no vale solo para el otro mundo, sino que ha comenzado ya en este tiempo.
El Reino necesita voces que lo anuncien, pies que lo recorran, manos que sanen, y esto con mansedumbre y alegría.
Con nuestra manera de vivir les tenemos que decir que no sabemos vivir sin Cristo, que si nos quitan a Cristo nuestra vida se derrumba.
El discípulo es la imagen de la oveja que escucha la voz del pastor y se va hacia Él.
Tenemos tan de cerca al Resucitado que no reparamos en su presencia, en su sonrisa, en sus palabras. Pero Él siempre encuentra la manera de hacerse evidente a nuestros ojos. Hoy es un buen momento para mirar alrededor, y contemplar a Jesús Resucitado.
La marca del estilo de la Orden dominicana está quedando impresa en la comunidad parroquial. Se nota en la insistencia en el valor de la comunidad, en la necesidad de crecer en la libertad, en la sencilla fraternidad y las relaciones amistosas, en la formación
En las palabras que pronunció Jesús “Paz a vosotros” vio que sus discípulos las necesitaban porque vivían presionados, y con miedo… la paz que recibieron del Maestro les llenó el hueco que anhelaban.
¡Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado!, y está vivo entre nosotros, permanecerá con nosotros hasta el fin de los tiempos. ¡Qué alegría, hoy y siempre, podemos ir a su encuentro, como la Magdalena, y como los apóstoles, porque Cristo vive y hoy má