

Este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, pone alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une las generaciones y las hace comunicars
Que no toda la pobreza es evangélica, es evidente. Que la pobreza evangélica, aquella que humaniza y abre a Dios, es algo dominicano, también. La pregunta es, ¿somos pobres realmente los frailes dominicos? Deberíamos de plantearnos nuestra relación con la Pobr
La Ley de Moisés incluía los mandamientos en un contexto de liberación. Dios había liberado a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Pero la liberación no era sólo un punto de partida, era la tarea para toda la vida. Observar los mandamientos era el modo de sen
La vida religiosa quiere reflejar el camino y la misión de Jesucristo, su misión de liberación, de salvación y de esperanza. Los religiosos estamos llamados a ser signos de esperanza para la humanidad, signos de la profunda convicción de que la vida del hombre
El estudio no desvela el Misterio, no lo diluye, no da la respuesta de una vez por todas. Estudiar lo incomprensible, hablar sobre lo indecible, adquirir familiaridad con lo totalmente otro, implica una convivencia. Esta convivencia con el Misterio, con su hon
Si algo identifica a la llamada de Dios, es el amor. En ella siempre hay un amor “personal” de Dios al que es llamado. La llamada de Dios es una cuestión de amor, que va directa hacia nuestra felicidad.
La idea que nos hace descubrir el evangelio de este Domingo es la del conocimiento de Jesús, como el cordero de Dios, el que quita el pecado en el mundo. Esta es la revelación de Dios y su proyecto para nosotros.
El día 7 de Enero celebramos la fiesta de San Raimundo, una personalidad que puede aportarnos hoy en día mucho, tanto a nuestro carisma dominicano, como a la Iglesia, desde las profundas virtudes que vivó e hizo vida: la prudencia, el consejo, la espiritualida
«Buscaban un dios nuevo, y dicen que le hallaron.
Yo apenas vi a los hombres; jamás he visto dioses.
¿Cómo ha de ver los dioses un pastor ignorante?
Mira el sol desangrado que se pone a lo lejos»
María es madre humana del Hijo de Dios, aquel que los siglos aguardaban y del que los profetas hablaron. María es madre del Hombre en el que Dios mismo se encarna.