

Es oportuno rescatar el sentido genuino de la palabra patrocinio. El patrocinio de la Virgen María a la Orden no es una prebenda comercial: es una manifestación de la gracia; la única gracia que es Cristo, a quien predicamos.
«¿Qué camino he de seguir?, ¿dónde está la verdad?, ¿qué es y dónde está la vida?»
¿Qué he encontrado en la Orden de Predicadores para quedarme? Pongo en primer lugar la vida compartida: esos momentos en que unos desconocidos llegamos a ser hermanos.
Jesús resucitado se presenta como el buen pastor. Abre la puerta para que él more en ti. Busca a Dios en momentos buenos y felices para que esté contigo en los difíciles.
Estas palabras de Cristo nos pueden servir de aliento: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre» (Jn 11,25-26)
El Evangelio de este domingo nos narra la aparición de Jesús a los discípulos de Emaús. Paradójicamente, es una narración motivadora que podemos utilizar como paradigma en el transcurso de nuestra misión sobre la construcción del Reino de Dios.
La importancia del aspecto humano, la contemplación, el estudio y la versatilidad de la predicación dominicana son solo algunos de los elementos que, añadidos a mi interés original por la predicación, me motivan a continuar descubriendo el camino.
La vivencia de los ritos de manera online y la imposibilidad de recibir la comunión nos han permitido hacer mejor conciencia de que por el bautismo y la confirmación somos sagrarios y templos vivos del Espíritu.
Año tras año celebramos con tanta felicidad el misterio de la Resurrección: Cristo vivo y resucitado está presente en medio de nosotros.
Todos los santos son «héroes» y «genios», pero no todos los héroes y genios son «santos», por muy admirables que puedan resultarnos… Hace falta mucha valentía para tratar de pasar desapercibido a pesar de unas capacidades fuera de lo común.