

La paciencia de Dios para con nosotros es señal de su benevolencia y misericordia. Nos invita al arrepentimiento y la vigilancia, es decir, a vivir día a día de acuerdo con las enseñanzas de Jesús.
El cristiano tiene que ser siempre vigilante, alerta, despierto y velador, es decir, mantener viva la esperanza y la fe en Jesús.
Así como las neuronas habitan en un órgano del cuerpo, en el cerebro, los frailes habitamos en un convento. El convento es nuestra casa y en casa siempre nos sentimos cómodos.
"Lo sorprendente no va a ser el juicio, ni la separación. Lo sorprendente es lo que se va a exigir en ese juicio, que no es otra cosa que la máxima de la caridad, es decir, cómo nos hemos comportado con los demás, nosotros que pertenecemos al rebaño de Cristo"
“la suprema felicidad humana solo consiste en la contemplación de Dios” Santo Tomás
Todo cuanto recibimos no termina en nosotros mismos sino que tiene como finalidad el servicio a los demás para la construcción del Reino de Dios.
La oración, dentro del carisma dominicano ocupa un lugar fundamental. Se encuentra en el centro y corazón de la vida del dominico.
Educar en clave dominicana es apostar por educarnos juntos, en comunidad.
Santo Domingo sale al camino con el fin de predicar desde la verdad que es posible un mundo de amor y justicia, de paz y felicidad
Santo Domingo durante este tiempo vivía en los libros, aprendía de ellos todo lo que le parecía digno de ser aprendido; pero sobre todo, los amaba.