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Es fácil experimentar desilusión ante los sufrimientos contemporáneos: los parados sin trabajo, los inmigrantes, los refugiados...¿Cuál es nuestra actitud ante estas situaciones? ¿Las vivimos como espectadores o somos protagonistas?
Si tenemos fe en Dios, lo que pidamos, si es para nuestro bien, se nos concederá. El ciego no recobra solo la vista, sino que se convierte en un verdadero seguidor de Jesús, pues como nos dice el evangelio: “lo siguió por el camino”.

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