

Un verdadero discípulo, uno que, desde su aparente discipulado silente, no claudicó frente a la muerte de Jesús.
Aún en esta escena, donde parece que lo único que queda es enterrar y cerrar, sigue siendo Espíritu que no cesa en su trabajo por sacar del corazón humano algo digno de él.
El amor fue el principio, el fundamento y la razón de la muerte de Jesús. Le llevó a trascender los límites de la carne y de la incertidumbre, con superlativa fuerza de eternidad.
Jesús clavado en la cruz, es la respuesta a que la vida del hombre no es y no puede ser una tragedia sin sentido.
Este desgarro ha alcanzado lo más íntimo; se ha llegado donde descansa el sentido de lo sagrado y la dimensión impenetrable del respeto inviolable
¿Cuántas veces hemos sido motivo de caídas para otros? El justo cae siete veces y se levanta
El día en que nadie se compadezca ya de nadie, será señal de que se ahogó completamente la esperanza y que lo contrario al bien se propaga por la humanidad
Cada una de las caídas de Jesús es una exhortación a levantarnos en nuestro camino de la cruz y convertirnos.
En nuestro vivir diario, escenas como la antes descrita se repiten de incontables maneras, actualizando el gesto amoroso de la Verónica
Siempre que ayudamos a alguien que necesita, lo hagamos de buen grado o no es un signo de amor a Jesús.