Sección: A la escucha
La enseñanza que podemos sacar del texto evangélico de hoy es que nunca poseemos una verdad absoluta de las cosas, que debemos abrirnos a las verdades que nos traen otros, para así construir una verdad plena y absoluta en Dios.
"Como sembradores debemos cuidar y atender nuestra semilla para que germine y más aún para que crezca, pero sabiendo que lo que hace que brote la vida no son nuestros esfuerzos, no es algo que hayamos añadido a la semilla sino su propia fuerza vital".
"El mensaje de fraternidad del Reino, entiéndase la voluntad de Dios, es para todos y todas. Obviamente este detalle es muy significativo en la cultura y tiempo de Jesús donde la discriminación por género era un tema bien serio".
Esto que ahora tengo entre mis manos en adelante seré yo mismo en totalidad. Yo mismo presencializado en el Pan y en el Vino. Por consiguiente, no es una parte de su ser lo que se nos entrega, es todo Él.
La característica fundamental de cada persona divina es ser para la otra, por la otra, con la otra y en la otra. Cada persona viva se vivifica eternamente vivificando a las otras y participando de la vida de las otras.
El espíritu poderoso de Dios está irrumpiendo en el mundo para unir a la nueva humanidad dividida en una nueva comunidad, donde no haya distinción de lengua, pueblo, raza…
Actuando con buena fe y buena voluntad podremos convertirnos en discípulos de Jesús, pero es cierto que hacer el bien como Jesús tiene sus consecuencias: “Os perseguirán en mi nombre”.
El amaos unos a otros implica, entre otras cosas, gestionar obras que vayan en favor de la dignidad humana.
Toda nuestra vida tiene sentido porque Dios nos amó por primero, nuestra historia es la historia de amor de Dios por nosotros. Amar es el acto humano que más nos asemeja a Dios.
Hoy en día, igual que siempre, se necesitan testigos que hablen de Jesús resucitado. Y que hablen de Él, no de una manera teórica, sino desde la experiencia personal que se tiene de Él.