

Sección: A la escucha
Dios ama sin límites a todo hombre y a toda la creación, a pesar de las deficiencias de sus criaturas, a pesar de todas las cruces que nos encontramos y ponemos. El amor de Dios es fiel aunque el mundo le responda con la cruz.
María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión, trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños.
María Magdalena es para todo creyente un ejemplo del poder transformador que puede actuar en las personas cuando se acoge a Jesús, cuando se intenta vivir siguiéndole, un ejemplo de conversión, de liberación, de vocación.
Pedro y Pablo, ambos figuras paradigmáticas de los creyentes en Cristo, constituyen los pilares sobre los cuales el mensaje de Jesús ha llegado a todos los pueblos. Uno desde su condición de pastor y guía del rebaño de Dios; y el otro desde el fervor de la pre
Donde coinciden la esencia de lo divino y la esencia de lo humano es en la realidad fecunda e inagotable del amor. La forma humana de aproximarse a Dios, de crecer en convivencia con él, es amar.
El Espíritu llega a nosotros desde lo hondo del ser, y se acomoda totalmente a la manera de cómo somos cada uno sin mirar si somos esto o aquello; si somos así, o de otra forma.
Seguir el camino dominicano es comprometerme a manifestar con mi vida que otro mundo es posible, que hay una alternativa.
El relato de los discípulos de Emaús es, para Lucas, una catequesis de la experiencia de resurrección. Es un relato que engendra un texto sagrado para la comunidad, es como si fuera una eucaristía en camino.
El triunfo de Cristo es suyo pero también nuestro, del mismo modo que la confesión de Santo Tomas es suya pero también muy nuestra, con la victoria de Cristo resucitamos todos, en la confesión de Tomas le confesamos a Él como nuestro Dios y Señor.
Nuestra fe tiene que ver con la vida, con el nacimiento de un niño y con la victoria sobre la muerte. Naturalmente, ello pasa necesariamente por el viernes santo. Ante el horror de la muerte del Hijo de Dios y su escandaloso absurdo, ¿qué podemos decir? El vie