Sección: A la escucha
Estamos llamados a trabajar en la viña del Señor: con nuestro trabajo somos capaces de cumplir la voluntad de nuestro Padre. A María le tocó la contemplación, antes de llegar a la acción.
“mi prójimo es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar. Se universaliza el concepto de prójimo, pero permaneciendo concreto.
El discípulo es el hombre que trabaja por la paz, porque sin la paz la convivencia es imposible, pero la paz se construye desde dentro, desde un corazón generoso.
"Curar los ojos de aquellos que ya no ven el sentido en la vida; las piernas de los que ya no pueden caminar; recobrar la vida y el ánimo de los que se desesperan; y tantas otras acciones, o más bien milagros, que tenemos que realizar y que fueron los mismos q
Puede que los horarios a veces no favorezcan, pero no hay que dejar a un lado el espacio para compartir la vida, la felicidad o preocupaciones del día, los retos y los logros.
En cualquier campo y actividad humana, mientras sirvamos al bien, la verdad, el amor y la justicia, guiados por el Espíritu de Dios, conscientes de ser hijos de Dios, hermanos de Jesús, estamos viviendo trinitariamente.
Las librerías llenan sus estanterías con libros que nos prometen encontrar la clave de la felicidad y del éxito. Pentecostés desecha esas opciones y nos propone un nuevo camino. Nada de salidas fáciles o espiritualidades vividas con la puerta cerrada.
Jesús en este tiempo, pedagógicamente les exhorta a aguardar a que se cumpla la promesa del Padre: en dicha promesa, los discípulos recibirán el Espíritu Santo y se convertirán en testigos de la resurrección.
Al amar a Jesús, integramos su palabra y cumplimos su voluntad. Esta proposición supera los límites de las instituciones eclesiales o de las teologías de cualquier índole.
"Al reconocernos hijos de un mismo Padre, se posibilita ver a los demás como hermanos, yendo por encima de relaciones de indiferencia o utilitarismo, y por encima de las dinámicas de venganza y odio".