

Sección: A la escucha
Como Jesús, hemos de ser capaces de perdonar, de no vivir una vida basada en juicios y condenas
El perdón de Dios debe convertirnos en personas capaces de perdonar y de descubrir la misericordia de Dios
El Señor quiere que nos convirtamos a Él. Quiere encontrarse con nosotros. Quiere que le sigamos, e insiste tanto en ello porque nos ama y quiere nuestro bien.
La cuaresma es un buen tiempo para que nos preguntemos quién es Jesús para nosotros.
Jesús en el desierto tiene que enfrentarse a aquello que le haría no recorrer su camino para ser quien es.
Los milagros son signos del reinado de Dios, son signos de que Dios está hablando y actuando en medio de su pueblo con la presencia, palabra y actuación de Jesús; es acontecer de Dios en el actuar de Jesús.
Jesús no se muestra a aquellos a los que “debía” mostrarse. Se muestra a aquellos que tienen necesidad de Él: a los ciegos, encarcelados, oprimidos, etc. Ésa es la situación propicia para que “acción” y “palabra” puedan proclamar la Fe en Jesús.
Solo sabemos que los Magos se pusieron en camino para acudir al lugar señalado; es decir, para que se produzca el encuentro, hay que salir de nuestros estrechos límites, de nuestras seguridades, de nuestras instalaciones, tanto materiales como espirituales.
Así va finalizando el Adviento, y a través de este tiempo litúrgico la Iglesia nos ha dicho sólo una cosa: ¡viene el Salvador!
Y no basta una sonrisa improvisada o diplomática, ni tampoco una confesión superficial, para decir que estamos alegres… ¿Estamos alegres? ¿Podemos sentirlo de veras, sin parecer hipócritas?