Artículos de Fr. Ángel Luis Fariña Pérez
En familia y como hiciera Santo Domingo, nos toca predicar que es posible otro mundo
Jesús en el desierto nos lanza el grito de confiar en aquello(s) que amamos y entregarnos a lo(s) que amamos.
El valor del rezo del Rosario consiste en meditar y fijar nuestra concentración en el misterio de la redención.
Santo Domingo con este modo de orar quiere aprender que el amor es fundamental en la vida cristiana, porque sin amor la vida se vacía de sentido.
Todo este movimiento de descender y ascender de Domingo ante el crucificado, es dar gloria al Padre
Santo Domingo muestra que no hay que acostumbrarse a pensar que la resurrección es solo una cosa que nos espera al otro lado de la muerte
Domingo abre sus brazos como Cristo en la cruz, porque fue desde allí donde le prometió el paraíso al buen ladrón
Santo Domingo ora de esta forma porque sabe que de Dios no se puede hablar con propiedad, pero también sabe que necesitamos hablar de Él con más necesidad que de ningún otro asunto.
Santo Domingo durante este tiempo vivía en los libros, aprendía de ellos todo lo que le parecía digno de ser aprendido; pero sobre todo, los amaba.
Santo Domingo sale al camino con el fin de predicar desde la verdad que es posible un mundo de amor y justicia, de paz y felicidad
Practicar la humildad como lo hizo Santo Domingo es reconocer nuestros propios límites, renunciar a aspiraciones desmedidas y no perseguir cosas grandiosas.
Santo Domingo con esta forma de orar manifiesta que se siente y se reconoce pecador; a la vez que se identifica y solidariza con los pecadores.
Comprender el martirio significa que comprendemos que el mártir convierte su vida entera en don por la entrega libre que hace de ella.
Nuestra fe en la Trinidad cambia no solo nuestra visión de Dios, sino también la manera de entender nuestra existencia
Aún en esta escena, donde parece que lo único que queda es enterrar y cerrar, sigue siendo Espíritu que no cesa en su trabajo por sacar del corazón humano algo digno de él.
Santo Tomás, su figura y su obra, es brújula segura en nuestra vocación, en eso de utilizar la herramienta primordial que poseemos los frailes dominicos y así poder ser útiles a los demás: el estudio.
El culmen de este tiempo de espera, en la esperanza, es la certeza de que somos amados desde lo alto de los cielos y desde lo ancho de la tierra
En San Alberto Magno se encarna y podemos descubrir perfectamente qué es eso del carisma dominicano, es decir, buscar la verdad a través del estudio y la contemplación para luego predicarlo.
El fin de la vida es que seamos constructores de una humanidad en la que predomine un nosotros muy amplio, con vistas a un camino común hacia el sentido y la felicidad.
Capítulo II: Los primeros pasos hacia la fundación
Nuestra vida de frailes predicadores es experimentar a Dios como amor, e imitarlo amando como Él ama.
Nuestra predicación tiene que ser la de una religión humana que libere, comprometida y espiritual, donde lo más importante sea dar la vida por los demás.
Este Adviento haremos realidad su mensaje, si bajamos de nuestros cielos particulares para ofrecer esperanza y anticipar el futuro.
El corazón mismo del Rosario son los misterios de la vida de Jesús,donde nos regocijamos al contemplar la Buena Noticia.
María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión, trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños.
El Espíritu llega a nosotros desde lo hondo del ser, y se acomoda totalmente a la manera de cómo somos cada uno sin mirar si somos esto o aquello; si somos así, o de otra forma.
Para asumir la vida en comunidad, no sólo se requiere la identidad cristiana, sino también la madurez personal,pues a veces toca lidiar con la frustración para llegar a la riqueza de la comunidad.
Seguir el camino dominicano es comprometerme a manifestar con mi vida que otro mundo es posible, que hay una alternativa.
Nuestra fe tiene que ver con la vida, con el nacimiento de un niño y con la victoria sobre la muerte. Naturalmente, ello pasa necesariamente por el viernes santo. Ante el horror de la muerte del Hijo de Dios y su escandaloso absurdo, ¿qué podemos decir? El vie
Nuestra vida se forma a base de experiencias y os aseguro que ésta marca mucho; comer con un pobre, lo que come un pobre y limpiarle el plato es una experiencia de Dios muy grande que invito a que realicéis alguna vez.
Esta Cuaresma, pongamos ceniza en nuestra frente, pero no para cumplir con un rito antiguo, sino para recordarnos que a nuestro lado puede que haya alguien al que no amamos.
Si algo identifica a la llamada de Dios, es el amor. En ella siempre hay un amor “personal” de Dios al que es llamado. La llamada de Dios es una cuestión de amor, que va directa hacia nuestra felicidad.
El lenguaje y el sentimiento de esta noche divino-humana no puede ser otro que “alegría”, porque Navidad se escribe con la mano de Dios.
Mi experiencia de Dios lleva implícita el correr de las notas por el pentagrama, porque la música hace sensible mi mundo espiritual y espiritualiza el mundo que me rodea.
Reír ante la Muerte: Un Camino de Esperanza en la Vida Eterna
Lo que nos transmite el relato de la Transfiguración no sólo es la revelación de la gloria de Jesús; también es la preparación para encarar y afrontar la cruz cotidiana.
El 24 de mayo de 1233 los restos de Santo Domingo fueron trasladados de su enterramiento original a un sarcófago de mármol. Desde entonces los dominicos celebramos la memoria de aquel traslado. No significó sólo mover un cadáver, porque Santo Domingo seguía vi